Las ideas se amontonan en mi cabeza, es un desorden terrible tendríais que verlo, giran y se retuercen sobre si mismas como una fuerte corriente de agua turbia, inescrutable y poderosa.
Parece que en la vida hay dos clases de personas, bueno mejor desechemos esta frase demasiado manida. Comencemos pues con un érase una vez, si perfecto. Érase una vez tú, que claro como no, eres una persona que hace muchas preguntas, pero la trampa de las preguntas es doble, por una lado intentan resolver tus dudas mientras que por otro empiezan un largo camino del que desconoces el destino.
Un largo camino en el que las preguntas sobre la vida van desarmando tus argumentos acerca del verdadero sentido de ti mismo, todo se va simplificando, poco a poco te liberas de lo que te sobra…
Inspiras…
Expiras…
Todo va muy rápido pero por fin tienes la mente en blanco, y de repente una fuerte corriente recorre tu espalda… Tienes que sentirte bien, de hecho te sientes genial, muy aliviado porque has tocado lo que mucha gente tiende a llamar Dios. Yo no sabría como llamarlo, pero me reconforta su cálida presencia…
Probablemente este burdo intento de asaltar el concepto no haya salido como esperaba, pero no quería más que dejar ver que la pura meditación se esta perdiendo, no somos capaces de dejar nuestra mente vacía y como no esto no es fácil hay que entrenarlo, a nuestra mente no le gusta perder la riendas y simplemente fluir.
De lo contrario continuaremos indefinidamente envueltos en una vorágine sin aparente sentido, mas que el de mero tránsito.
Parece que en la vida hay dos clases de personas, bueno mejor desechemos esta frase demasiado manida. Comencemos pues con un érase una vez, si perfecto. Érase una vez tú, que claro como no, eres una persona que hace muchas preguntas, pero la trampa de las preguntas es doble, por una lado intentan resolver tus dudas mientras que por otro empiezan un largo camino del que desconoces el destino.
Un largo camino en el que las preguntas sobre la vida van desarmando tus argumentos acerca del verdadero sentido de ti mismo, todo se va simplificando, poco a poco te liberas de lo que te sobra…
Inspiras…
Expiras…
Todo va muy rápido pero por fin tienes la mente en blanco, y de repente una fuerte corriente recorre tu espalda… Tienes que sentirte bien, de hecho te sientes genial, muy aliviado porque has tocado lo que mucha gente tiende a llamar Dios. Yo no sabría como llamarlo, pero me reconforta su cálida presencia…
Probablemente este burdo intento de asaltar el concepto no haya salido como esperaba, pero no quería más que dejar ver que la pura meditación se esta perdiendo, no somos capaces de dejar nuestra mente vacía y como no esto no es fácil hay que entrenarlo, a nuestra mente no le gusta perder la riendas y simplemente fluir.
De lo contrario continuaremos indefinidamente envueltos en una vorágine sin aparente sentido, mas que el de mero tránsito.
LEOPARDO FRÍO
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