El hambre puede morir,
Si lo matamos de hambre
Me levanto cuando suena un despertador
Busco en mi armario entre mi ropa,
Me lavo mi cara, uso colonia,
Desayuno cereales y galletas,
Trabajo, estudio, vivo y muero
Llega la noche y duermo...
Ha pasado un día,
veinticuatro horas,
mil cuatrocientos cuarenta minutos
y veinticinco mil muertos.
El hambre se alimenta de nuestras vidas,
De nuestros vicios y costumbres,
Se alimenta de nuestra ignorancia y ceguera,
De la desesperanza, del conformismo.
Pocos somos los que viajamos en este tren de vida
Aunque tantas veces nos parezca que somos demasiados.
Viajamos en vagones, de primera, de segunda...
Mientras otros muchos, demasiados, alimentan las calderas.
Es un tren de alta velocidad:
más de 1000 muertos por hora
y nunca ha dejado de acelerar.
No te engañes, no llevas un tren de vida
Tu tren, nuestro tren... es de muerte.
Pero el hambre puede morir,
Si dejamos de alimentarlo.
¿Estás dispuesto a saltar del tren?
No esperes que haya ninguna parada,
No esperes que reduzca su velocidad,
Ahora o nunca...
Salta
LEÓN CONFIADO
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