jueves, 16 de mayo de 2013

No me hables

Siempre me ha parecido que, si hay algo que está fuera del alcance de nuestro entendimiento, eso es la comprensión de las relaciones entre las personas, y todo lo que conllevan. Su complejidad es abismal: tan pronto amamos, como odiamos, como sentimos indiferencia hacia aquellos que nos rodean.

Valoramos la amistad, y la lealtad, pero tachamos de enemigos a aquellos que no piensan como nosotros, o que nos han ofendido o traicionado en algún momento puntual. 

Ante esta situación, una de las actitudes más instintivas en cerrarse en banda y actuar de forma pasiva, cerrando cualquier vínculo con el sujeto en cuestión. En definitiva, nos dejamos guiar por nuestro orgullo y echamos a perder todo atisbo de lo que nos caracteriza como seres humanos. Y todo porque muchas veces no somos capaces de ponernos en el lugar de la otra persona y nos comportamos de una forma un tanto egoísta. 

Reflexionadlo durante unos minutos, seguro que alguna vez os habéis visto inmersos en una situación parecida a la que estoy describiendo.

La experiencia me dicta que no somos conscientes de lo importante que es saber perdonar, incluso a aquellos a los que llamamos enemigos, a los que no somos capaces de “dirigir la palabra”.

Si todos tuviésemos claro que la enemistad es algo relativo y muchas veces superficial, motivado por celos y rencores, y si mantuviéramos la cabeza fría y pensásemos antes de actuar, estoy seguro de que nos ahorraríamos bastantes disgustos.

Pero lo bueno es que siempre estamos a tiempo de enmendar nuestros errores y retomar esas relaciones perdidas; lo que puede ser una buena apuesta de cara al futuro, y es que nunca se sabe las vueltas que puede dar la vida… lo cierto es que siempre nos acaba sorprendiendo.

RATÓN COMPROMETIDO

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