miércoles, 11 de diciembre de 2013

Operación Valkiria [EM]

Acabo de llegar del hospital, no os alarméis, ya se que os interesa mucho mi salud, pero los médicos me han dicho que no es grave. Dicen que tener el mejor primo del mundo no tiene cura pero que el tratamiento me aliviará el dolor.

Mi primo tiene EM (Vamos, que es el mejor, pero ya sabéis que a los doctores les gustan mucho las abreviaturas), aunque algunos se empeñan en llamarlo esclerosis múltiple, cuando es imposible… La EM es una enfermedad degenerativa que no tiene cura y mi primo aún tiene que hacerme muy pero que muy feliz.

Entro en el hospital, y como no, huele a hospital, que para los que no lo frecuenten es un olor muy raro, mezcla de olor a nuevo, con un toque de esperanza  y regusto final a muerte tumbado en la cama. Igual que en las películas, te da miedo hasta pisar el suelo, tiene toda la pinta de estar recién limpio, de un blanco que hace daño a los ojos. Serpenteo por sus laberínticos pasillos, más perdido que los modales hoy en día. Y como buen turista me paro a preguntar que por donde puedo llegar a mi destino, pero nada, nadie entiende mi idioma o se hacen los suecos. Mientras tanto mi niño interior sale y sin darme cuenta estoy cogiendo velocidad para deslizarme por el suelo recién encerado, en todo esto me cruzo a la cordura y el saber estar, pero les esquivo con una fantástica pirueta, digna del leopardo que soy.

Por fin llego, estoy muy nervioso, mi tía me había dicho que estaba bastante mal. Una mitad de mí me empujaba a entrar mientras que la otra me decía que saliese corriendo. Como siempre en estas situaciones lo hecho a cara y cruz; no me malinterpretéis, pero creo que es un método de elección infravalorado, en el preciso instante en que la moneda esta girando vertiginosamente en el aire te das cuenta de lo que de verdad te gustaría que saliese y como siempre, nunca miro el resultado.

La imagen nada más entrar nunca se me olvidará… Mi primo sentado en una butaca, con la mitad del cuerpo paralizada, sin poder moverse y con un parche en el ojo, ya que no era capaz de ver con él.

Sus primeras palabras: “¡SEÑORES, ESTAMOS LISTOS PARA LA OPERACIÓN VALKIRIA!”

Y yo no pude responderle con otra cosa que no fuera una sonora carcajada que debió oír todo el ala del hospital, todo esto aderezado por la mejor sonrisa que nunca jamás han conseguido robarme, que he escondido en una caja fuerte en el fondo de mi corazón para que nadie jamás descubra nuestros maléficos planes, al final lo vamos a conseguir.

Quiero que ese momento dure, aunque supongo que en eso consiste la contrapartida de las cosas bellas, todas acaban por no durar. Es la última estación de la línea, no consigue entrar la luz y la parada se llama despedida, estás obligado a bajar y no será la última vez que visites este transitado lugar.

Crecer es aprender a despedirse, ser amigo cada vez de más gente que ya no está, conocer de memoria donde están los tanatorios, sonreír de tanto llorar. Con la edad todo cambia su tamaño, los gigantes se hacen pequeños y las pequeñas piedritas en tus zapatos cada vez incordian más. Las cosas cambian hasta las sombras que proyectan contra la pared, el mundo se tiñe de extraños colores. Tienes varias preguntas para una sola respuesta. Varios principios para un mismo final. Los gritos de la gente a tu alrededor se atenúan, porque han cambiado dos cosas:

Sabes lo que la gente está pensando de ti.

Y sabes que cada vez te importa menos.

La mayoría vamos de listos y cada día nos hacemos los preocupados, como si fuese sinónimo de importancia. Pero te das cuenta que, en realidad, tu mayor problema va a ser que no tienes verdaderos problemas.

Se que no te hago justicia primo, y que estoy rompiendo mi palabra de guardar esa sonrisa, pero creo que tengo que dedicársela a los que nos están leyendo y en especial a la EM porque pobrecita, al fin y al cabo no va a poder ganarnos, que se den cuenta, que nos oigan todos, que se unan a esta guerra, que vamos a poder con esto y con más, que tiene un nombre muy largo, pero que no nos da miedo. Además los humanos somos especialistas en destruir, así que, que tiemble en ese agujero desde donde nos intenta amedrentar.

¿Lo has oído? No nos das miedo.

P.D: Yo de mayor también quiero ser como mi primo. [EM].

LEOPARDO FRÍO

0 comentarios:

Publicar un comentario