Si os pidiesen que con una palabra intentaseis describir el cambio que ha habido desde hace cincuenta años hasta ahora, la mayoría respondería "tecnología" o "comunicación". Otros quizás especifiquen más juntando ambas y digan "Internet" y puede que los más poéticos se abstraigan y digan "libertad" o "calidad".
Yo me quedaría con la palabra "información", que me parece que reúne muy bien los términos anteriormente citados, pues Internet y todo el desarrollo tecnológico que éste ha desatado está consiguiendo que podamos estar informados de todo lo que sucede casi instantáneamente y objetivamente. Digo objetivamente, porque, aunque es cierto que no hay nada objetivo hoy en día, siempre puedes buscar las dos caras de la moneda, o incluso las seis del dado, y generar tu propia opinión.
Internet también es un filtro, pues solo se recurre a los malos informadores una vez, por lo que también destaca la calidad.
Podría pasarme horas hablando sobre la calidad y libertad de la información o de la forma en que ésta llega a nosotros, pero en cambio os traigo una de las tantas cosas que llegan a mí a través de este torrente continuo de datos. Trata sobre algo extraordinariamente común, o algo común extraordinario. Se trata de una persona haciendo algo que hacemos varias veces todos los días, pero de una forma un tanto... especial.
Se trata de un astronauta canadiense, Chris Hadfield, que se graba en el espacio recreando acciones de "andar por casa" como la que acabamos de ver, o como cortarse las uñas en el espacio, o tocar la guitarra sin gravedad, o si llorar en el espacio es posible (¡no lo es! las lagrimas forman una bolsa de agua debajo del ojo).
Esta no es más que una de las tantas cosas que te puedes encontrar en busca de noticias de cualquier índole. Gracias a la tecnología, podemos transformar la libertad en información.
HALCÓN CURIOSO
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