Se estaba acabando el dia. Un día feliz. Un día normal como muchos de mi vida. Nunca me imaginé que en un segundo, con una llamada, ese día cambiaría mi vida. Mi padre entró en la habitación y me contó la mala noticia, "la muerte de un familiar". En ese momento sentí la sensación más extraña de mi vida; mi cabeza se puso en blanco y mi cuerpo se enfrió. Me quedé bloqueado durante varios minutos, pero no podía quedarme ahí parado, teníamos que ir al pueblo. Me levanté de la silla y fui a ver a mi madre. Me la encontré en la cocina, con el móvil en la mano, nerviosa y sobre todo destrozada. Yo lo que hice fue abrazarla sin decir nada.
Nos pusimos rumbo al pueblo. Empecé a ser consciente de la situación, pero mi cuerpo seguía frío. Cada momento que pasaba era una punzada en el corazón. Esto no podía estar pasando, me negaba a que pasara.
Llegamos los primeros al tanatorio. La espera se hacía eterna, pero a la vez no quería que llegara el momento. Por fin llegó el primer coche, de pasajero venía mi tío-abuelo, "el marido". Cuando le vi salir del coche, ayudado, se me derrumbó el alma. Ver a una persona tan fuerte triste, ida y sobre todo envejecida...
Todo era pena: casi todo el mundo llorando; mis tíos, mis primos, hasta mi hermano. En el momento que yo peor lo estaba pasando llegó mi hermano, me abrazó y me dijo: "Se fuerte, eres muy grande, nos has traído hasta aquí". Me serené, cogí fuerza y entré en la sala donde estaba el ataúd. Ahí estaba su cuerpo sin vida, sin alma. Esa imagen en mis ojos se me quedó grabada y sigue en mi mente como si estuviera delante de mí. Nada más verla se me enfrió todavía más el cuerpo y tuve que salir al instante. No podía creerlo, era real, nos estaba pasando a nosotros, le había pasado a ella. Por fin me fui a dormir, poniendo mi mente en blanco pero preparándome para el día siguiente.
Yo siempre veo el lado positivo de las cosas, aunque sea pequeño. Me di cuenta de que es realmente importante decir un simple "Te quiero" a nuestros seres queridos. Muchas veces nuestro orgullo, pensar que ya lo sabe la otra persona, nos hace no decir dos palabras realmente sencillas. Muchas veces cuando nos enfadamos con personas queridas sabemos que tarde o temprano las perdonaremos pero cuando alguien muere no le podemos perdonar. Ese es el peor castigo que se puede tener.
Por eso yo os digo: perdonad y decid "Te quiero" aunque ya lo sepan.
LOBO AFABLE
0 comentarios:
Publicar un comentario